Camino

camino

¿A dónde me llevas, camino incierto?

¿A los blondos amaneceres o a la oscura noche?

Tan igual al color del alma cuando se me rompe

Camino, qué te hace pensar que soy digna de husmearte y acomodarme en tus mitades. En tus inicios.

Camino, déjame pisarte, olerte y agradarte.

Porque le temo a no soportar tus impertinencias, tus sarcasmos y hasta tus caricias.

Le temo a transitarte, como pocas veces lo pensé.

Le temo a perderme en tu lontananza y dejar de ver pupilas felices.

Espero, Camino, que nuestro encuentro sea armonioso, seguro y entusiasta

Dame la dicha de sentirme segura.

Dame cobijo y regazo

Para desear con vehemencia verme entre tus rumbos sin descanso

Camino, voy por ti

Soy un Dementor sediento de tu paz

Lo que ves, soy

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El cabello despeinado y libre, las líneas al lado de mis ojos. La dispersión y los olvidos.

La irreverencia y los mil «a mi manera».

La letras desordenadas en mi cabeza.

Este saco de estrógenos frente a ti.

Estos 27 años.

Este gusto por la imagen y la poesía, por el plátano y el café espumoso.

Por el morado del atardecer.

Esta soy yo, con marcas y cicatrices; las que sanaron y se matizaron entre la piel del corazón. A un lado de las que todavía no terminan de cerrar y me siguen moldeando a este ritmo que se llama vivir.

Lo que te gusta de mi, existe gracias a ese cúmulo de cosas extraordinarias y escabrosas.

Eres libre de tomarme o dejarme ir.

Silencio

Habité en el silencio para domar mis bravíos demonios

Para educarlos sin necesidad de látigo

Habité en el silencio para entender y entenderme

Porque tantas veces hallé en mis oídos un “no te entiendo”

Y tantas más quise explicarme

Me acomodé en el silencio para repararme desde adentro

Sin ser un derroche de veneno, tristeza o toxicidad al alma

Como cuando aniquilan al monstruo del cuento de hadas

Preferí el silencio porque me escucho sin los juicios externos

Y entonces, comienzo a pintar con luz

Tomé el silencio como refugio en medio de una tormenta de espinas

Y surgió una conexión celestial, enigmática y un tanto adictiva.

La que definió al ser que hoy existe

En penumbra

En penumbra decidí dejarte, Venezuela.
En penumbra le has dado tanto trabajo a mis neuronas.
Sin luz te he sufrido por cómo se han caído tus plumas. Y ya no ostentas la investidura de un fénix.
En penumbra te vivimos, aún a plena luz del día, desde que los valores enrumbaron la lista de nuestras más grandes pérdidas
Sin luz he aprendido a amar tus silencios que reencuentran la familia. Porque sí, hay cosas qué agradecer en penumbra.
Aún sin luz, tu aroma sigue estando en mi piel. Cómo el cuatro y la espuma del mar en mis venas.
En penumbra sigues siendo noble, Venezuela

No puedo escribir

IMG_1244No puedo escribir
Simplemente, no logro terminar
No alcanzo mantener la musa y darle vida a un texto que me impacte
No estoy aquí
Ni allá
No permanezco
Ni me voy
No piso tierra
Para correr a ti
Sigo en el limbo
Plagado de dementores a los que les permito devorar mi alma
Mi esencia
Y mis anhelos
Vivo en una nada
A la que hice mi compañera, amiga y consejera.
Maldita nada
De la que no salgo
A la que siempre vuelvo
Por carecer de agallas
Por abrumarme de miedos y pocas respuestas
Me odio en este estado
En el que llevo más de un centenar de días
Y me volví drogadicta

Y me marqué el corazón
Adicta patológicamente a este infame estado de ‘implenitud’
Del que mentalmente quiero salir pero mis acciones no me quitan las rejas
No puedo escribir
Si tú, ilusión que me agobia, no hallas espacio para instalarte
Y deseo con fervor invitarte a sentar
En mi espacio, en mi isla, en mi yo
Tomar té y reir
Toma mis tierras, invádeme, ilusión
Y carga con todo el dolor
¡Destiérralo!

Para probar la caña en tus labios.
Inyectate en mis venas

Para volver a escribir.

Quiero odiarte

Quiero odiarte
Ahora sí quiero odiarte
Porque estás en todas partes
En todos los días
Porque le echaste leña a la hoguera
La que derrumbó nuestro idilio
No solo la encendí yo
Tú la agrandaste
Ahora sí quiero odiarte
Por hacer que de mi cuerpo emane sudor
Y no por hacer el amor
Por empañar los buenos recuerdos
Ahora sí quiero odiarte
Por «piorizar» lo que pensaste necesitaba
Por envolverme en tu ira
Por jodidamente dejar de ser tú
Quiero odiarte
Sí quiero odiarte
Para ver si envuelta en rabia
Te arranco de raíz
Y te llevas la bruma
Y me dejas solo la inocuidad

Déjame

Déjame extrañarte
Solo, no aparezcas
Solo, permíteme sentirte en la distancia
Añorar tus momentos, tus aromas
Tus melodías
Déjame pensar y pensarte a ver si sucumbo
Pero no irrumpas mi paz
No acabes con mi intento de añorar
Y recordar lo hermoso
No llegues y solo rompas la fibra del recuerdo lindo
De la nostalgia
¡Déjame!
Déjame que me duelas
Que me arrepienta y que siga
O que reafirme que esta fue la mejor decisión de mi vida
Pero déjame estar sin tus estímulos
Sin tus irrupciones
Para darme cuenta yo solita
Y no tener actos de desprecio contigo
Déjame regodearme en el dolor
En la bruma
O en la felicidad
Respeta mis momentos.

Yo me guardo

Yo me guardo tus recuerdos
Los que hicieron que amaneciera más tarde
Los que hicieron las distancias cortas
Los que nos encontraron a la hora exacta
Yo me guardo tus acciones puras
Tu ilusión que fue mia
Tus talentos que amé
Y me instalaron en la cumbre del amor mutuo
Y no quiero escuchar más de las acciones desesperadas
No quiero saber más de lo que haces atendiendo a tus impulsos
Dándole espacio al dolor
Yo me guardo las expresiones que me provocaron sonrisas y aniquilaron momentos agrios
Yo me guardo tu esencia genuina y si manchas
La que verdaderamente te define
Yo decido recordar al ser humano artista, consolador y empático que habita en tu pecho
Al que me tomó del brazo y me sacó del hoyo
Te juro, que no voy a recordar más al que me lanzó a la fosa
No, a ese no.
A ese ser humano lo desterré de mí en la misma hora que asesiné a la mujer que se instaló dentro de mí sin pedir permiso y cargó con todo lo que había construido en la pureza e inocuidad.
Ese ser humano se fue junto a la peor parte de mi.
Y ya ninguno existe.

Un té

Un té a veces no es suficiente
Para apaciguar el alma
Para sanar el ser
Para acabar con el virus
Y en eso estoy
Llena de este virus que ha sido escapar de mi
De quien era
Y de quien me covertí
Este virus me come a diario por dentro
Me corroe las venas y marchita mis ganas
Un virus que no pedí
Y que esperé desde mi más grande anhelo que fuera menos ivasivo y tóxico
No he encontrado infusión, agua preparada con amor de abuela
Ni jarabe alguno que se lo termine de llevar
No se va
No desaparece aunque lo echo de mi lado
Lo corro de mi templo
Para respirar de nuevo mi paz

En el fondo

Preguntandole a mi voluntad hallé las ganas de acomodarme en un lugar peculiar y sin estímulos
Quise estar en donde el fondo sea oscuro y el aire escaso
Que me permita sentir cómo baja la presión cardíaca
Y la sangre pisa el freno
Hasta que mi histeria se apasigua
…Y vuelvo a empezar
Un espacio donde entienda que las letras perdidas se vuelven a acomodar en el alfabeto y marcan su hoja de regreso… Hasta que las llaman de nuevo.
Allí, donde los sentimientos
Los besos
Y la piel
Adopten el estado gaseoso
Para no sentir
Para no existir más que en el letargo
Porque así pasan las horas y no lo sabes…

Porque así te duele menos existir.
Porque así te «apagas» y nada sucede.
Podría drogarme durmiendo y pretender que todo, todo, es una real pesadilla y que ninguno existe, ni las letras sin rumbo, ni los besos desorientados
Ni tú
Ni yo
Ni los recuerdos…

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